Cuando el problema es la solución
Diario Clarin/Suplemento Arquitectura
11/01/11 Desde Rosario, Rafael Iglesia desgrana su particular modo de entender la arquitectura. Y cuenta cómo trabaja “interrogando” maquetas.
Analítico, observador, crítico y cuestionador, Rafael Iglesia es reconocido entre sus pares por su particular modo de entender la arquitectura y, por supuesto, por la relevante originalidad de sus obras.
Sus búsquedas, su mirada atenta y su postura reflexiva colaboran en la construcción de la imagen de “maestro” que muchos tienen de este entrerriano formado en Rosario. Entre las obras emblemáticas se cuentan el Edificio Altamira, la Casa de la Barranca y la Casa de la Cruz.
“Me considero un buen observador e intento siempre construir otra mirada , poniendo en valor elementos ordinarios o que pasan desapercibidos. Yo no dibujo ni miro publicaciones. Desarrollo el trabajo con maquetas a las que voy interrogando. Y de acuerdo a las respuestas que encuentro, doy diferentes pasos”, dice el arquitecto, que pasó buena parte del año recuperándose de un ACV.
Para Iglesia, ganador del Premio Konex de Platino en Artes Visuales (Arquitectura) en 2002, la cuestión principal es sostener un peso. “Si el techo se cae es porque no tiene un buen sostén. Propongo invertir la cuestión de manera que el peso no sea el problema, sino la solución. Para eso, armo estructuras primarias donde el peso aprisiona los distintos elementos que la componen. Se consigue la estabilidad de forma inversa, usando el peso a favor”, sostiene.
Una de las obras que representan esta manera de pensar es la Casa de la Cruz. Son dos cajas, una sobre la otra, en estado casi inestable. “El problema del peso se invirtió. Es el peso el que estabiliza la estructura. La obra jeraquiza la gravedad , que gracias a las nuevas tecnologías que hacen que lo sólido se desvanezca en el aire, perdió su importancia”, señala desde su estudio en Rosario, donde el Parque de Diversiones (accesit al 1° premio IV Bienal Iberoamericana de Lima) y el Edificio Altamira (1° Premio en la XV Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito en 2006) son algunos de los hitos que llevan su firma.
Con plantas flexibles, Altamira presenta una original disposición de las vigas , tratadas como unidades simples. “Su función es anónima, colectiva y de tercera persona (como las fichas del Go, iguales entre sí, diferentes en relación al lugar que ocupan en el espacio). Las vigas aquí son elementos no subjetivados que no tienen propiedades intrínsecas sino de situación : pueden ser muro, ventana, puerta. Eventualmente, ‘actuarán’ trabajando como sostén y sus roles dependerán del lugar que ocupe en el espacio”, plantea.
Iglesia dice que, “salvo que al lado esté la torre Eiffel” no proyecta de acuerdo a lo que ve en el territorio. “Lo hago de acuerdo a la materialización de una idea que, en general, surge de mis lecturas”, explica.
Para el arquitecto, no hemos podido interpretar aún la magnitud de cambios que produjo Internet. “La red, con su promesa de globalizar la información, torna presente lo que está ausente y revoluciona los conceptos de espacio y tiempo con los que se organiza nuestra realidad. Es el Aleph borgeano”, señala.
Y agrega otra reflexión: “la realidad es simultánea; la arquitectura, sucesiva, es un orden, tiene jerarquías. Es probable que en un futuro cercano no podamos considerar los lugares donde habita el hombre como ámbitos donde el tiempo y el espacio son uniformes, absolutos, sino como series de tiempos y espacios en una red creciente y vertiginosa que los contenga siendo divergentes, convergentes y paralelos a la vez”.
Con este nivel de análisis profundo, Iglesia reflexiona sobre el sentido de sus obras. Con respecto a los espacios públicos, y a propósito del Parque Independencia, el arquitecto sostiene que “es necesario ver cómo formalizamos espacios sin necesidad de colocar muros, rejas, barreras, obstáculos . Y preguntarnos cuál será la respuesta espacial que permita a los distintos estratos sociales compartir un mismo ámbito; cómo será la ciudad futura”.
Para la clínica de fertilidad asistida Proar, apeló a una fachada que funciona como reflejo de lo que sucede alrededor. “No se busca, se encuentra , como ese espermatozoide que se forma por el reflejo de la luz de la calle, una casualidad”. Está materializada en acero y chorrea imagenes distorsionadas, en movimiento. “Permite que se desfiguren las imágenes y en algunos casos, parecen embarazarse”, propone Iglesia, amante de las metáforas. Y concluye: “Pretendo realizar una obra que no tenga la necesidad de decir quién es , cuál es su función o porqué elementos está compuesta. Que no tenga nada que decir. Que esté más cerca de las cosas que de los objetos. Donde la forma y la expresión se independicen del uso”. Palabras de autor