martes, 31 de mayo de 2011

Harry Seidler


Harry Seidler, arquitecto de origen austriaco que se inspiró en la estética de la escuela alemana Bauhaus, falleció el 9 de marzo en Sidney a la edad de 82 años. Pese a que su controvertida obra fue duramente criticada en Australia -especialmente la torre de Blues Point-, Seidler no ha dejado de defender su proyecto, tachando a sus críticos de "ignorantes".
Aunque parezca una paradoja, Harry Seidler cultivó mejor que nadie la imagen y el discurso de hombre de la Bauhaus, a pesar de que nunca llegó a estudiar en la escuela de diseño, arte y arquitectura alemana, una de las más emblemáticas del siglo XX, que cerró sus puertas en 1935, cuando el arquitecto sólo tenía 10 años.
En aquella época, precisamente, la familia Seidler (judía de origen rumano) se vio obligada a abandonar su ciudad, Viena, por el acoso de los nazis. Su exilio y dispersión la llevó al Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Brasil y, finalmente, a Australia, donde todos los miembros del clan se pudieron reencontrar al final de la década de los años 40.
Por entonces, Harry había completado ya gran parte de su formación bauhausiana. Aprendió de Walter Gropius (el fundador de la escuela) durante su paso por Harvard, continuó con sus estudios en el Black Mountain College de Josef Albers y se enroló en el despacho de Marcel Breuer.
Poco después, se convertiría en colaborador de Oscar Niemeyer. Con ese bagaje, Seidler llegó a Australia con conocimientos inéditos entre los arquitectos del lugar, de tradición inglesa. Por eso, la sorpresa -y, a menudo, el escándalo- de sus colegas fue enorme cuando Seidler concluyó la casa de su madre en los suburbios del norte de Sidney a golpe de hormigón.
Pronto, el arquitecto se hizo con una reputación de eurófilo, elitista y cascarrabias, pese a lo que logró obtener la ciudadanía australiana, un importante paso para afianzar su estudio de arquitectura que, en la década de los 60, se hizo con su primer proyecto de gran escala: la torre del Australian Square, un rascacielos de planta circular en cuyo desarrollo colaboró el italiano Luigi Nervi.
Poco después, Seidler se enfrentó con el encargo de una torre de viviendas en Blues Point, junto al famoso puente de Sidney. El resultado fue una magnífica caja de 85 metros de altura, ángulos severos y estampa tosca, extremadamente impopular entre los habitantes de la ciudad, que lo han acusado, durante los últimos 40 años, de estropear la silueta de Sidney.
En todo este tiempo, Seidler no ha dejado de defender su proyecto y de acusar a sus críticos de "ignorantes", hasta el punto de haberles demandado judicialmente en más de una ocasión.
Su batalla, sin embargo, estaba perdida. La rebelión popular contra la torre de Blues Point fue uno de los hitos que pusieron de manifiesto la necesidad de renovar la arquitectura contemporánea, más allá de los argumentos de la generación de Mies van der Rohe y Le Corbusier. Pese a todo, el prestigio de Seidler sobrevivió a su credo y el arquitecto mantuvo una nutrida agenda de clientes en Australia y en Europa.
Aunque su regreso laboral al Viejo Continente no estuvo libre de polémicas, e, incluso, le privó durante algunos años de la nacionalidad australiana por culpa de su decisión de aceptar la nacionalidad austriaca que le ofreció el Gobierno del socialdemócrata Fred Sinowatz en 1985, como a todos los exiliados de los años 30. Dos décadas después, el Gobierno australiano le permitió recuperar la doble ciudadanía.

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